Buenos Aires, 4 de Mayo de 2014.-
Narcotráfico
Creo
que debemos agradecer a la Iglesia Católica y a la Conferencia Episcopal que nos
abrieran los ojos, y advirtieran claramente, el 8 de Noviembre de 2013, sobre la
sospecha social de connivencia entre el narcotráfico y el poder político,
judicial y policial.
No
pasa un día desde entonces, sin que los periódicos informen sobre los terribles
avances logrados por el flagelo en la última década. Esta circunstancia, como el
crimen organizado, el lavado de dinero,
los enriquecimientos y la corrupción patrimonial, ligados a la política, no
podrían haber prosperado en el tiempo, sin paralela omisión de la función
jurisdiccional, ejercida legalmente.
Coincido con varios lectores: Alejandro Gutiérrez (09-01-14), la
justicia es un papelón; Sergio Segura, juez cordobés, que el 26-03-14 pidió
disculpas; Ronaldo Pels (12-04-14), el Poder Judicial está en deuda con la sociedad; Juan
Manuel Otero, quien (13-04-14) destacó la importancia del Ministerio Público,
órgano extrapoder independiente, que por ley 24.946, debe defender la legalidad
y el interés de la sociedad, sin sujeción a instrucciones externas.
Los
códigos de fondo y de forma están vigentes y los jueces deben cumplir sus
normas, y tomar conciencia de que la población está harta de irregularidades, injusticias y desigualdad
ante la ley.
Alejandra Belmartino