Justicia de caja chica
La marcha convocada para pasado mañana para oponerse al desplazamiento del juez Cabral va más allá de la defensa de un digno magistrado. Es la oportunidad para definir si a partir del 10 de diciembre queremos que la Argentina sea una república democrática o siga siendo la republiqueta autoritaria que somos. La muerte del fiscal Nisman y las presiones que se ejercen para desestabilizar al doctor Fayt no bastan para quienes se han propuesto someter a la Justicia. Ahora fueron por más, y Cabral cayó en la volteada en la víspera de emitir su voto, en una sentencia que define la constitucionalidad del tratado entre la Argentina e Irán sobre el caso AMIA.
Ganar una elección no significa un permiso para ejercer el poder sin control, gracias a la impunidad que les otorgan jueces adictos. Una Justicia digna de ese nombre, además de garantizar los derechos de los ciudadanos, está para poner límites a los gobiernos que se ubican por encima de la ley, y ponen al Estado al servicio de sus intereses. A dos siglos de nuestra independencia, no se entiende que sigamos teniendo una "justicia de caja chica" que sólo castiga a los perejiles, mientras que los poderosos sospechados de corrupción disfrutan de la libertad y no restituyen los bienes mal habidos.
Cuando vayamos a votar en octubre, recordemos que, sin Justicia independiente, nuestra democracia será una cáscara vacía y la República, una asignatura pendiente.
Luis E. Luchía-Puig