Oyarbide
El doctor Jorge Enríquez, en su carta, dice -aludiendo a mi opinión vertida en este mismo espacio- : "Cuesta entender cuál es la impunidad que la aceptación de la renuncia de Oyarbide por parte del presidente Macri podría consagrar". Al respecto destaco que el juicio político a un juez puede realizarse cuando hubiera incurrido en mal desempeño o hubiese cometido un delito. La primera de las causales mencionadas incluye la inmoralidad de conductas incompatibles con la dignidad que un magistrado debe lucir en todo momento. Es público y notorio que Oyarbide encarna la imagen del juez inescrupuloso porque se puso al servicio de los intereses del gobernante de turno.
En consecuencia, la renuncia que presentara a su cargo y la aceptación de la misma por el Presidente tiene la apariencia de una maniobra implementada para rescatarlo de su deshonesta trayectoria pues mediante esta vía, escogida por ambas partes, se pretende cerrar la posibilidad de que el jurado de enjuiciamiento pueda sancionarlo por mal desempeño en el ejercicio de su función. Resulta incomprensible la opción adoptada por el Poder Ejecutivo cuando disponía de una solución sencilla consistente en dilatar el tratamiento de la renuncia hasta que se expidiera el Consejo de la Magistratura. Tal actitud hubiera dejado a su decisión libre de interrogantes.
Cabe destacar que la definición del Poder Ejecutivo, además de otorgarle un salvoconducto a Oyarbide, implica una interferencia en las atribuciones que la Constitución Nacional le otorga exclusivamente al citado Consejo. Es de esperar que este organismo decida seguir adelante con el juicio político para evitar que la inmoralidad de un juez quede impune.
Félix Loñ